Después de unas merecidas vacaciones, mis amigas y yo
regresábamos a clases de medio año. Estábamos con el tiempo sobre los hombros,
ya que debíamos hacer las pruebas para entrar a la universidad a finales del
año… cielos, y últimamente yo estaba con la cabeza por las nubes, se me
olvidaba de todo, hasta los cuadernos que debía llevar al colegio. Aunque los
directores decidieron que a las alumnas del último año del colegio, las liberen
del peso de “estudiar para el colegio” y nos dediquemos a prepararnos para
ingresar a la Uni, eso sólo era para los que tenían buenas calificaciones. Gracias
al cielo y yo ingresaba en ese grupo, pero mis colegas de amistad no… yo
trataba de hacer lo posible por ayudarlas a estudiar, ellas también se
esforzaban.
Salíamos de clase…
Karla: ¡ay Dios! Ahora tengo que ponerme a estudiar todo lo
que no estudié toda la secundaria.
Gigi: Dímelo a mi – ríe – ay, me arrepiento.
Karla: y ésta – me mira – que ahora está más perdida que
pirata en polo sur…
Yo: sí, sí… lo siento.
Gigi: Creo que es porque no fue al concierto de los chicos
esos.
Karla: pobre, está pensando en el cantante rarito que la
trae loca…
Yo: Ay, no exageren… no es así.
Gigi: ¿”no es así” qué? Que el cantante es rarito o que no
estás preocupada por eso.
Yo: ambas cosas…
Gigi: ¡Ajá! “cosas” así que ves al cantante como una “cosa”
Karla: seguro la pervertida lo ve como un objeto sexual…
Mis amigas se pasaban.
Empecé a reír por lo que Karla dijo, era algo que ni se me
había pasado por la cabeza.
Yo: Nooooo.
Karla: ay, ya, ¿por qué siempre tiene que estar metido el
rarito en nuestras conversaciones?
Yo: ¡No le digas así! – chillé.
Karla (riendo): ay, ya, no te lo tomes a pecho.
Yo: para tu información, él es muy hombre – me crucé de
brazos y me detuve.
Gigi: Sí, sí, tanto como que yo tengo el cuerpo de Beyonce…
- me coge del brazo y hace que sigamos caminando.
Karla: Uff, creo que necesitamos relajarnos un poco.
Gigi: Ay que conchuda, todavía te falta estudiar bastante y
quieres relajarte.
Karla: pero si no me relajo no voy a entender nada…
Gigi: yayaya, ¿Qué propones?
Karla: vamos al cine.
Gigi y yo hicimos cara de aburrimiento.
Yo: mejor me quedo durmiendo en mi casa…
Karla: Ay qué mala.
Gigi: sí, (tu nombre) tiene razón… ¿qué hay de divertido en
ir a sentarnos a ver una película?
Karla: Ay, ¡ya! Aguafiestas, ¿entonces qué proponen?
Yo: ¿si vamos a la biblioteca y luego tomamos algo en “La
Silla Loca”?
La Silla Loca es un tipo de restaurant que está muy cerca a
la biblioteca (de hecho en la siguiente calle), donde sirven postres, jugos de
fruta, refrescos, bebidas sin alcohol, hamburguesas, tortas o productos de
panadería.
Karla: Wuu, sí.
Gigi: Ya, me parece más razonable – mira a Karla – sabiendo
que debemos estudiar.
Karla: Ay ya – ríe.
Gigi: ¿el sábado a las 4 en la biblioteca, les parece?
Yo: sí – miro a Karla - ¿Te darán permiso?
Karla: sí, si le digo a mi mamá que voy a la biblioteca.
Entonces nos despedimos, aunque recién era inicio de semana
ya teníamos algo en nuestra agenda de sábado.
Mis dos amigas se fueron a casa, cada una con sus distintos
líos: Karla peleando en el almuerzo con sus hermanos, Gigi gritando como loca
porque su hermana no la deja bañarse antes de almorzar… estas chicas.
Yo no tengo hermanos cerca, así que ya no tenía que lidiar
con alguien que me causara problemas… excepto mamá. Ella no causaba problemas,
pero los creaba de la nada, creo que es por la menopausia… pero sólo es una
teoría, hay muchas razones, puede que pare molesta cuando me ve ya que gasta
mucho en mis estudios, por tal razón he estado buscando trabajo estos últimos
días, pero en la mayoría te piden como mínimo un año de experiencia. Tampoco
son trabajos “waaau, qué trabajo,
ganarás como millonaria”, son cosas como: ayudante de limpieza, servicio de
niñera, cocinera.
Yo: hola, ma’ – llegué y dejé mi mochila a un lado de mi
silla.
Mamá: hola, (tu nombre)… - se levanta y me sirve el almuerzo
y un poco de jugo de naranja.
Yo: gracias – miro hambrienta el plato.
Mamá: ¿cómo te fue? – sigue comiendo - ¿le pediste al
profesor de matemáticas que te explicara las fórmulas?
Yo: sí, a penas llegué al colegio fui a buscarlo, por eso
fui más temprano.
Mamá: ah, ya.
Seguí comiendo.
Mamá: (tu nombre)… sé que estás triste por no haber ido al
concierto…
Yo: mamá, ya no importa, en serio, ya lo olvidé – mentí –
además, lo más importante ahora son mis estudios, un concierto puede pasar, o
ellos pueden volver, pero mis estudios son primero.
En realidad me lamentaba mucho no haber podido ir, y lloré
el día del concierto como una Magdalena.
Mamá: y… bueno, tu papá me envió tu regalo de navidad por
adelantado… dice que espera que te sientas mejor, ¿quieres que te lo de?
No había tanta diferencia… igual no fui al concierto.
Yo: ya – sonreí.
No quería que mamá se preocupara por mi estado de ánimo, lo
más importante ahora era estudiar e ingresar a la universidad… por Dios, me he
estado preparando desde hace tres años para ingresar. ¿Y por qué tanto apuro
con ello? Porque ingresaré a una institución nacional, donde miles de personas
se presentan para dar exámenes y los que han estudiado bien logran los más
altos puntajes… y teniendo los mejores puntajes, hay más posibilidades de
emplearte, etc… y todas esas cosas… becas al extranjero. Esto último, es mi
prioridad, ir al extranjero… no sé si para vivir toda mi vida, pero quisiera ir
y ver el resto del mundo además de mis ciudades del país.
Mamá fue a su habitación y regresó con una cajita
rectangular envuelta en papel de regalo de rosas.
Mamá: esperamos que te guste.
¿Tal vez sea un libro?
Cogí la cajita y la fui desenvolviendo por arriba…
Yo: OMG!
Saqué el resto del papel y vi que era la caja de un celular.
Yo: mamá… - la miré con los ojos llorosos – no era necesario
que lo compraras, no te hubieras molestado.
Mamá: nooo, lo pediste hace dos años… y recién te lo pudimos
comprar, pero espero que te guste… dijiste que los Toki Toki tenían una
aplicación ahí, donde conversabas con ellos… así que… tal vez no pudiste ir al
concierto, pero sé cuán importantes son para ti.
Yo: Ay ma’… gracias – me levanté y la abracé – me da pena
que hayan gastado esto por mi, con que me paguen el colegio y la preparación
para la uni me es suficiente, en serio…
Mamá: es que me rompía el corazón oírte llorar tanto la otra
noche.
Yo: pero ya pasó… - sonreí - ¡graciaas! – salté – ahora
conversaré con los “Toki Toki”
Mamá les dice a sí a los chicos de “Tokio Hotel”.
En toda mi alegría, con la cajita del celular a un lado,
terminé de almorzar.
Mamá: lávate las manos…
Yo: yaa…
Me levanté y fui a lavarme las manos, regresé.
Yo (Abriendo la cajita): ¡aah! – asombrada – cielos…
Con el celular en la mano y su peso ligero, me sentí la
chica más afortunada del mundo.
Yo: mamá… yo… no… no puedo aceptarlo.
Lo puse encima de la mesa.
Mama río.
Mamá: pues acéptalo porque es tuyo.
No era que no lo creyera, solo que me parecía innecesario, y
se lo dije a madre.
Mamá: ¿cómo que innecesario? Es un celular, la mayoría
necesita uno.
Yo: pero… con el que tengo es suficiente.
Mamá: ¡ay (tu nombre)! – ríe – pero si la mayoría de veces
te oigo quejarte que es un celular muy “tonto”, que solo sirve para enviar
mensajes y llamar.
Sí, es cierto, ni siquiera tenía para captar señal de radio.
Ambas reímos.
Yo: ok… - cogí el celular, lo encendí y fui leyendo las
indicaciones y precauciones que se deben tomar – uuf…
Bueno, con la maquinita en mano fui a cambiarme de ropa por
una más cómoda.
Dejé el uniforme en el armario y me lancé a la cama, al lado
del celular. Lo cogí y fui directamente a la tienda de aplicaciones. Porque
obviamente no tenía la BTK app.
La busqué… ok… ya. Tenía que pagar $3 dólares con no se
cuanto. ¡Puuf! Puedo pagarlo… gracias al cielo.
Yo: pero tendrás que esperar BTK – puse el celular en mi
mesita de noche – ahora tengo que hacer mis deberes.
Me levanté de la cama y me puse a ordenar mi habitación. No
era un desorden exorbitante (como en otras ocasiones, no mentira!), pero tenía
que limpiar. Casi tres cuartos de hora después, terminé y dejé mi habitación
muy limpia.
Luego me eché en la cama y cerré los ojos por unos momentos,
estaba un poquito cansada.
A los minutos, mamá me despertó “(tu nombre), es hora de
ir”.
Tenía que ir al instituto, a prepararme para el ingreso,
donde te enseñan lo que debes de saber para estar debidamente preparada. Y es
que tengo buenas notas, pero nunca se deja de aprender o aprender de una manera
más fácil.
Entré a la ducha sólo para mojarme un poco y salí lo más
rápido posible para alistarme y llegar temprano al instituto.
Tenía quince minutos para llegar… y recién estaba buscando
mis gafas de medida. Sí, porque soy miope, ¿lentillas de contacto? (lentes de
contacto), como que unos que puedan durar están caros, y mamá no tiene el
suficiente dinero para comprármelas… “mamá” ¡Pff! Siento que sin “mamá” no
sería nada… es incómodo, ya no tengo 5 años ¿no?
Cogí el libro de matemáticas que utilizo para practicar, mi
libreta y una cartuchera con lo necesario… estaba lista.
Mamá está en casa los dos primeros días de la semana por lo
que no me preocupaba por llevar llaves.
Mamá: ¿llevarás tu cel?
Yo: no… aun no, lo dejé encima de la cama.
Mamá: okay… - me dio un beso – cuídate.
Yo: yaaa ¿te traigo algo?
Mamá: no gracias, no es necesario.
Yo: ¿pastel de naranja tal vez?
Mamá: yaaa – sonríe.
Salí de casa y corrí lo más que pude para conseguir llegar
al transporte público. Me senté cómodamente en los primeros asientos y esperé
unos minutos (no más de diez) Para llegar a mi destino. La verdad que mi casa
al centro de la ciudad (donde es el instituto) no está muy lejos, hasta podría
ir caminando, sólo que ahora no tenía tanto tiempo y no sería muy “presentable”
llegar “acalorada” a clases.
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