En tanto... en la
habitación…
Bill: ¿cómo te sientes?
Yo: mejor que antes – mencioné sin muchas ganas.
Bill: ¿te duele?
Yo: sólo cuando respiro…
Bill me miró con una linda expresión en el rostro, una sonrisa
y un tipo de complicidad amistosa.
Bill: quería decirte algo, creo que es el momento.
¡¿Decirme algo?!
Yo (preparada para escucharlo): dime.
Bill abrió sus hermosos labios para decírmelo, ¡cuando la
enfermera inoportuna abre la puerta y entra con un carrito de metal!
Enfermera: disculpen, es la hora del desayuno… ¿los
interrumpo?
Yo: no, no. (¬¬.l.)
Bill se levantó de la silla y le preguntó a ella si
necesitaba ayuda.
Enfermera: sí, gracias.
Ella sirvió los desayunos, leyendo las prescripciones de los
tres pacientes que me acompañaban. Bill le ayudó colocando los desayunos en la
mesa que hay al lado de cada cama.
Enfermera: gracias.
Bill: De nada…
Enfermera: seguiré entregando los alimentos – comenta – (tu
nombre), come todo eh.
Miré mi desayuno. Un tazoncito de avena, tostadas con
mermelada y jugo de piña.
Yo: Gracias…
No me dieron muchas ganas de comer, primero porque me dolía la
garganta al pasar y segundo porque la avena y el jugo estaban desabridos.
Bill se sienta en mi cama, a mi lado; quita la servilleta a
la cucharita que me entregaron y coge el tazoncito de avena, echándole aire
para que enfriara. Lo miré detenidamente…
Bill: abre la boca… - levantando la cucharita con un poco de
avena.
Yo: no gracias…
Bill: abreee – insistió.
Abrí la boca y él me alimentó. Pasó 10 minutos – aproximadamente
– alimentándome en la boca, como a un bebé. Era un bonito gesto de su parte,
pero me sentía extraña… sobre todo que fuera él quien hiciera eso.
Bill: ¿y qué pasará cuando salgas del hospital?
Yo: no sé… creo que volveré a casa.
Bill se alarmó ante tal idea, la razón: papá podría estar
ahí.
Terminé los últimos pedazos de tostadas sin hacer esfuerzo,
puesto que tenía hambre, aunque me doliera comer, y en el rostro del gemelo
Kaulitz se trazaba una sonrisa juguetona.
Yo: ¿Qué pasa?
Bill: ¿quieres pastel de piña?
Okay, ¿quién le dijo?
Yo: ¿cómo…?
Bill: siempre lo pides – alzó los hombros – cuando salgas
iremos por pastel de piña.
Yo: ¿un pedazo grande?
Bill: bien grande, todo tuyo.
Él parecía estar a gusto, se sentía un ambiente agradable
con tenerlo cerca.
Cuando no dijimos nada, se produjo un silencio no incómodo…
Bill me miraba y yo trataba de no verlo a los ojos… esos ojos me volvían loca
con solo sentirlos observarme.
Bill: (tu nombre)… - susurró.
Volteé y lo miré, no a los ojos, sólo lo miré.
Bill: es importante que sepas que puedes confiar en mí.
Asentí.
Yo: gracias.
En un momento, fue inevitable verlo directamente a esos
hermosos ojos cafés. Sentí como si pudiera mirarlo de esa manera toda la vida.
Bill (sonríe) y baja la mirada: ¿cómo se llamaban tus
amigas?
Yo: Karla y Gigi… ¿por?
Bill: sólo preguntaba… ¿son amigas desde hace mucho tiempo?
Yo: más o menos, desde hace varios años, sí… ¿hace cuántos
años que conoces a Gustav y a Georg?
Bill: uhm… creo que más de 8 años, o por ahí.
Empecé a jugar con mis dedos, encima de las sábanas. Él
cogió mi mano y luego me miró como sorprendido de haberlo hecho. Sus largos
dedos sostenían los míos y seguidamente se entrelazaron. No me opuse a aquello…
Luego extendió su mano encima de la mía y notó la diferencia en tamaño.
Yo: tengo las manos pequeñas – dije apenada.
Bill: son bonitas – me mira – yo tengo unas manotas.
Yo: y también son bonitas.
Estuvimos tomados de la mano durante varios minutos, no
decíamos nada… bueno, yo no sabía qué decir, considerando que era una inexperta
en el tema del amor…
Cuando, en un momento en que casi iba a abrir la boca para
decir algo tonto, Bill acerca su rostro al mío, con la otra mano coge una de
mis mejillas y me besa.
Fue tanta la sorpresa que me quedé con los ojos abiertos
mientras él disfrutaba del roce de nuestros labios con los ojos cerraditos.
Mi corazón quería salirse, si no fuera porque estaba sentada
entonces hubiera caído al suelo… ¡BILL ME BESABA! Y por arte de magia (o por
arte de sus labios) me olvidé que estaba en un hospital, que pacientes dormidos
nos podrían ver o que podría llegar el doctor con la enfermera. Fui cerrando
los ojos y disfruté del calor de sus dulces labios…
Karla: Oye, como que… ¿nosotras qué hacemos aquí, esperando?
Gigi (caminando de lado a lado): ay, no sé… tenemos que ir
al colegio o a casa.
Karla: a casa, vamos a ver una película.
Gigi: ya, genial, pero aun no nos hemos despedido de (tu
nombre).
Karla: pero si Bill está hace rato dentro y no sale… - cara
pervertida – qué estarán haciendo.
Gigi: ay, no sé… - cuando se le desvía la mirada y ve que a
unos metros, aparece un chico alto, con ropa holgada, cabello con trenzas
negras, muy guapo.
Karla nota que su amiga estaba soñando despierta… En tanto,
Tom se acercaba y directamente le pregunta a Gustav: ¿dónde está Bill?
Gustav señaló la puerta de la habitación, y el gemelo mayor,
sin dudar un momento la abrió y dio un paso adentro, pero algo hizo que
éste se quedara estático y segundos después regresara al pasillo con los
demás, dejando la puerta cerrada.
Tom tenía expresión de estar molesto, cosa que se notó
inmediatamente en su hermoso rostro.
Tom: iré a… por ahí.
Tom siguió de frente y dobló a la izquierda, así, Gigi y Karla
lo perdieron de vista.
Karla, con su sexto sentido que siempre la acompaña, curvó
una ceja y tensó la mandíbula, sin dejar de mirar la puerta de la habitación en
cuestión.
Gigi seguía en las nubes…
Karla (levantándose): yo quiero ver…
Karla abrió y al asomarse, pudo ver, con sus
grandes ojos, que Bill y yo nos separábamos después de un beso y que me apoyaba
en el hombro de él. La mandíbula de Gigi cayó en la cabeza de Karla, y la de Karla
cayó al piso… y Gustav las jaló hacia atrás, no sin antes haber visto la escena.
Gigi: wwiiii!! Al fiiin!!
Karla: después tantooo!
Ambas se abrazaron de la emoción, estaban felices por mí,
por Bill, por ellas mismas.
Karla: aaahhh! Moriré! Qué felicidad… ¡y no tomé foto! Ptamre.
Gigi: ay, no importa, luego tendremos oportunidad de
retratar algo tan bonito – junta las manos y mira hacia el cielo, parpadeando
varias veces.
Gustav seguía mirando a las chicas, un poco extrañado.
Gigi (se percata de la presencia de Gus): Ay, Dios! –
apenada.
Karla empieza a reir como loca.
Karla: algo me decía que esos dos ya se estarían besando –
comenta.
Gigi: ese algo siempre te dice cosas – comenta – haber,
ahora que (tu nombre) ya encontró el amor… ¿ese “algo” te dice cosas
importantes sobre mi?
Karla: ese “algo” me dice que debes de dejar de ilusionarte
con uno y otro chico y mantener los pies en la tierra.
Gigi: sí, sí… como tú estás felizmente enamorada y (tu
nombre) ya está enamorada también, a mi me dejan de lado y no me consiguen
novio!
Karla: qué se puede hacer, Cupido te trolleó.
Gigi: p-to Cupido! … oye, ¿viste cómo se fue el chico cuando
entró?
Karla: ¿quién?
Gigi: el que entró, el altazooo que estaba buenazo, fuertazo, ricazoo!
Gustav (mete su cuchara): Tom.
Gigi: sí, Tom, gra… - se queda con la boca abierta – Gus..Gus…Gustav O_O